El liderazgo excelente saca el máximo partido a los equipos de trabajo. Teniendo en cuenta que el principal activo de las empresas y las organizaciones son las personas, la gestión de equipos es muy importante. ¿Cómo podemos enfocarla de una manera eficaz?

Liderar para mejorar

Un buen líder es un catalizador de emociones, un motivador y un ejemplo. Más allá de aplicar sus conocimientos y habilidades de management, su principal propósito es cohesionar a sus equipos y generar efectos sinérgicos en su actividad. La sinergia consiste en lograr que el resultado obtenido supere al de la suma de las partes, para alcanzar las metas planteadas.

Para ser un líder eficaz hay que saber comunicar, estructurar grupos humanos, favorecer el trabajo en equipo y gestionar emociones. Es decir, dirige, organiza, motiva e inspira a sus seguidores en la dirección adecuada.

Por ello, son precisas ciertas cualidades humanas que le permiten brillar y hacer brillar a su organización:

  • Honestidad.
  • Confianza.
  • Comunicación.
  • Empatía.
  • Equilibrio y fiabilidad.
  • Implicación.
  • Entusiasmo.
  • Creatividad.
  • Gestión de estrés y crisis.
  • Capacidad de adaptación.
  • Principios firmes.
  • Ideas propias.

Las organizaciones son grupos humanos. Han de funcionar colectivamente en una dirección correcta. El análisis y la planificación son el punto de partida, pero las personas han de encarnar esas acciones y planes de actuación. Los líderes han de guiarlos hacia la eficacia.

Creación de equipos

La competencia por captar y retener el talento es brutal entre las empresas. Por ello, no siempre es posible contar con los mejores, aunque debe ser un objetivo/tendencia. Alternativamente, una de las funciones del liderazgo es estimular la mejor versión de cada miembro del grupo.

No solo eso, una excelente creación y gestión de equipos favorece alcanzar resultados superiores a la suma de las partes. ¡Podemos lograr metas que parecían imposibles! Para ello, el líder incentiva el trabajo en equipo, distribuye las funciones según las fortalezas y alimenta los avances compartidos. Las iniciativas de team building, por ejemplo, ayudan a cohesionar e integrar los esfuerzos y las habilidades disponibles.

Formación continua

La feroz competencia actual y la cada vez mayor exigencia de un público más y más formado obligan a practicar siempre una mejora continuada. Ahora más que nunca, superarse resulta imprescindible y «lo mejor es enemigo de lo bueno».

Tanto para incentivar como para conservar el talento, la formación continua es una herramienta irrenunciable en la moderna gestión de equipos. El verdadero liderazgo aspira a rodearse de los mejores, a estimular una evolución permanente en dirección a la experiencia. Capacitar a los profesionales en todas las facetas en las que deben desvolverse es una cuestión prioritaria.

Esta preparación continuada ha de ser técnica y humana a la vez. Cuantitativa y cualitativamente. Se refiere, por tanto, a los conocimientos y los procedimientos específicos de cada actividad, pero también a las soft skills o habilidades blandas del ser humano.

Por lo tanto, programar planes de formación, talleres, seminarios, cursos, encuentros con especialistas y actividades de team building resulta decisivo.

Satisfacción del equipo

Las personas felices, o al menos satisfechas, rinden más y son más productivas. Dado que las organizaciones empresariales y el management precisan resultados, asegurar el bienestar de los profesionales es una gran ventaja competitiva.

El liderazgo actual ha evolucionado mucho en esta dirección. En este sentido, generar un ambiente laboral atractivo, implicar a los trabajadores en las decisiones importantes de la empresa y el llamado salario emocional han adquirido una gran relevancia.

Así, sabemos que los profesionales actuales —sobre todo los millennials y los zeta— no solo se fijan en su nómina para decidir dónde trabajan. Buscan otros beneficios de naturaleza afectiva: sentirse útiles, desarrollarse personalmente, colaborar con los mejores, estar a gusto, conciliar, etc.

Los líderes, hoy, han de impulsar la calidad del trabajo en equipo a través de estas iniciativas.

Emoción

Los seres humanos somos animales racionales. Podemos aplicar la inteligencia al actuar, pero las emociones nos gobiernan. Tanto al recibir información como al analizar para decidir, los factores afectivos nos condicionan mucho más de lo que suponemos.

La excelencia al liderar siempre tiene en cuenta esta esfera emocional. La comunicación, la empatía, la aceptación y las acciones de team building son algunos de los aspectos útiles para gestionar equipos humanos.

Organización

Cada entidad humana cuenta con una serie de recursos que debe aprovechar al máximo para acercarse a sus metas. Los hay humanos, materiales, financieros y técnicos o tecnológicos. De nuevo, el factor sinergia entra en juego: bien coordinados, podemos sacarles un rendimiento mayor que aisladamente.

El buen liderazgo ha de asumir esta tarea desde el primer momento. Con determinación y con la flexibilidad suficiente para probar nuevas alternativas cuando no funcionan las implementadas.

La excelencia, la cultura organizacional y la resolución de cualquier problema dependen, en gran medida, del liderazgo ejercido. Los mejores directores de equipos humanos potencian a sus integrantes. Por ello, la conclusión es clara: los grandes líderes son un tesoro para el éxito empresarial.

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