La telemedicina es el uso tecnológico para tener citas médicas a distancia entre un paciente y un sanitario. Así, hace posible tenerlas cuando uno y otro se encuentran en lugares distintos. Se trata, por lo tanto, de un proceso que utiliza herramientas de la tecnología, no de una tecnología en sí misma. Analizamos sus claves, circunstancias y características.

Descubriendo la telemedicina

Fundamentalmente, la medicina a distancia se apoya en dos grandes sistemas de comunicación: las llamadas de teléfono y las videollamadas. De algún modo, incluye un cierto monitoreo del paciente para examinarlo desde lejos antes de dar un diagnóstico o un posible tratamiento.

Médicos de familia, enfermeros, psicólogos, obstetras y odontólogos son algunos de los especialistas con los que podemos contactar a través de estos procesos.

En la práctica, se diferencian tres tipos de telemedicina:

  1. Monitorización remota de pacientes.
  2. Almacenamiento y envío de datos clínicos entre distintos agentes sanitarios.
  3. Medicina a distancia interactiva, que consiste en reproducir una consulta física mediante sistemas tecnológicos de comunicación.

Entre las aplicaciones telemédicas más extendidas actualmente destacan las consultas en línea, la telemonitorización y la telerradiología.

¿Qué metas persigue la medicina a distancia?

Los objetivos operativos que se persiguen con su implantación son, desde luego, ambiciosos:

  • Ampliar las posibilidades de acceso a la atención médica. No es necesario estar físicamente cerca de los centros médicos para ser atendidos.
  • Mejorar la eficiencia rápida. A menudo, la inmediatez y la reducción de los tiempos de espera favorecen una actuación más diligente.
  • Disminuir los costes.
  • Favorecer el seguimiento posterior de las actuaciones médicas. Así, se evitan complicaciones, porque se atajan nada más producirse.
  • Dinamizar la interacción y la colaboración entre profesionales sanitarios.

Covid-19, el punto de partida

Según el estudio estadounidense Consume Healthcare Survey 2021, realizado por la consultora Oliver Wyman, la telemedicina aumentó un 90 % durante la pandemia. Es un dato incontestable, desde luego. La principal conclusión obtenida en el análisis, más allá de este porcentaje, es que las preferencias y las expectativas de los consumidores se transformaron por completo. Y todo sucedió de una manera rápida, natural y espontánea.

De los nuevos usuarios de esta alternativa a la medicina tradicional, un 85 % nunca la había empleado antes de la pandemia. Aunque las personas de entre 30 y 49 años fueron las más asiduas, todas las franjas de edad se beneficiaron de este recurso. Incluso los mayores de 65 años comenzaron a utilizar y a familiarizarse con sus métodos.

Por lo tanto, resulta incuestionable que la pandemia del coronavirus y su confinamiento marcaron un punto de inflexión para la medicina digital. Se establece, de hecho, un horizonte temporal claro que determina un antes y un después en su evolución, implementación y desarrollo.

¿Cuáles son las ventajas de la medicina a distancia?

La disponibilidad de tecnologías avanzadas abre las puertas a nuevos modos de ejercer la medicina online y digital. La inmediatez, resulta evidente, es la principal ventaja que se deriva de su aplicación.

Sin embargo, no es la única; estos son los grandes beneficios de la telemedicina:

  • Rápido acceso e intercambio a la información médica sobre el paciente.
  • Mayor disponibilidad de especialidades médicas habitualmente más restringidas.
  • Accesibilidad médica facilitada para personas con discapacidad, habitantes de zonas lejanas y otros pacientes vulnerables.
  • Frenazo a los riesgos de infección. La pandemia de covid-19 demostró que es eficaz para reducir los contagios.
  • Ahorro y optimización de los recursos invertidos en la medicina. Los pacientes y las instituciones sanitarias reducen sus costes.

¿Qué inconvenientes tiene?

Ahora bien, no todo es positivo. La medicina tradicional presenta virtudes significativas que no han sido igualadas por la digital. Cabe esperar que las futuras mejoras del software y de las aplicaciones utilizadas reducirán parcialmente esta distancia. Con todo, son métodos distintos de aplicar la medicina y están llamados a convivir.

Estas son las desventajas de esta nueva medicina tecnológica:

  • Inversión inicial y coste de mantenimiento. El sistema tecnológico exige a los centros de atención médica un despliegue inicial que no siempre está a su alcance.
  • Desconfianza y falta de convencimiento en los pacientes. Muchos de ellos siguen prefiriendo las consultas tradicionales.
  • Frialdad y sensación de despersonalización. Los sanitarios tienen mucho que ver para evitar que esta percepción impersonal se consolide e influya negativamente.
  • Limitaciones objetivas. Algunas enfermedades y problemas médicos no se pueden tratar correctamente de este modo. La evaluación física presencial sí se adapta a todos los casos, algo que no sucede con la medicina a distancia.

Con todo, la comodidad del paciente, la inmediatez y la mayor accesibilidad médica hacen de este proceso un avance incontestable. Conforme esta tecnología médica evolucione y los usuarios se habitúen más al cambio, se consolidará su uso.

Ambas fórmulas, telemedicina y medicina tradicional son complementarias, no excluyentes. Se beneficiarán mutuamente y seremos capaces de establecer claramente cuándo conviene utilizar una u otra. Es cuestión de tiempo que todos nos beneficiemos al máximo de estas innovaciones médicas.